Se acerca el fin de temporada y nuestros jugadores y jugadoras esperaban con impaciencia la ya tradicional convivencia en Portonovo. Comenzamos la aventura en el autobús, donde los nervios de los primerizos se mezclaban con las ganas de diversión de los más numerosos, pero todos con algo en la cabeza, sería una de esas experiencias que se grabará en la mente por siempre.
Llegamos a Portonovo, repartimos habitaciones, nos cambiamos y… ¡Playa! Los más valientes e intrépidos se dieron su primer chapuzón del viaje. Compartir juegos, carreras, risas fue una de las mejores cartas de presentación de la convivencia, en palabras de dos de nuestros novatos infantiles, Camino y Xián, «lo que más destaco de Portonovo ha sido la playa, sin ninguna duda». Amenazados por la lluvia, nos dirigimos a las habitaciones para ducharnos y preparar el material de estudio, ya que no nos olvidamos que los finales están a la vuelta de la esquina. En una sala, reconvertida para la ocasión en la sala de estudio, reinó el silencio durante dos horas, donde nuestros niños y niñas, se ayudaban en diferentes materias. Como siempre la cena no defraudó, tanto en calidad como en cantidad nuestros jóvenes repusieron fuerzas para una de las cosas más esperadas, ¡noche de discoteca!. Bailamos, cantamos con karaoke y sobre todo reímos.
El segundo día amaneció pronto, despejado y soleado. Tras el desayuno dedicamos una hora y media de estudio voluntario. Y aunque cansados estábamos listos para una mañana llena de baloncesto en el pabellón. Entrenamiento conjunto con juegos, siempre todos juntos, todos en igualdad para afrontar competiciones y bailes para aquellos que no ganaban, que nos abrió el apetito para ducharnos y regresar al hotel. Ya por la tarde, el tiempo seguía de nuestro lado, pudiéndonos divertir otra vez en la playa, baños, brilé, rugby… todo para la diversión del grupo. Tras una parada en el súper para que los que quisieran cargaran provisiones y tras la cena, la diversión continuaba en las habitaciones viendo la final de la «champions» con amigos. La discoteca volvió a ser la reina en la noche. Bailes grupales que sacaban las carcajadas por todos los rincones, bailes espontáneos de los más tímidos aplaudidos por los demás, Portonovo volvía a triunfar.
El último de los días, tras el desayuno y el estudio, nuestros colegiales tuvieron una visita a la isla de la Toja, pudiendo apreciar su iglesia adornada con conchas y pudiendo disfrutar del paisaje que la isla ofrece. El cansancio se podía ver, pero la satisfacción de todos era algo que no se podía esconder, en palabras de Ana, una de las veteranas en esta convivencia a Xián, uno de los más pequeños: «ven siempre que puedas, esta convivencia, cada año es mejor».
En resumen, broche de oro, como dice Sergio, otro de los veteranos, «lo más positivo es hacer piña con tu equipo, acabar la temporada de esta manera». Igual, pero diferente, Portonovo otro año nos deja contando los días para volver a disfrutar de él. « Este ha sido el año en el que más unido estuvimos todos.» (Ana, cadete femenino 2018).
Desde el club-colegio, queremos agradecer a todos los participantes, el gran comportamiento tenido, que aunque es cierto que siempre se alcanza una nota muy alta en este apartado, da gusto ver como nos felicitan allí por donde pasamos, este año nos toco convivir con una excursión de gente mayor de Asturias, y todo fueron felicitaciones. Queremos agradecer como no podía ser de otra manera, el buen trato recibido por todo el personal del Hotel, así como al concello de Sanxenxo, el cual otro año más nos ha concedido tres horas de entrenamiento en un gran pabellón que solo abre para nosotros ese día y como no al magnífico cuerpo técnico y humano que ha formado parte de esta experiencia maravillosa que es PORTONOVO.
Este año la última y más importante la quiero recalcar en las familias y profesores que los educan. La verdad es que nos hacen el trabajo mucho más fácil y agradable.
